La Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética informó en 2014 de que la luz pulsada intensa (IPL) es un procedimiento no quirúrgico muy solicitado entre cirujanos plásticos y otros profesionales. Aunque no es un láser, los dispositivos IPL contienen una potente lámpara de flash que emite luz policromática no coherente. Con la posibilidad de ajustar diferentes longitudes de onda, fluencias y duraciones de pulso, el tratamiento IPL es eficaz para tratar lesiones vasculares y pigmentadas, fotoenvejecimiento, acné y vello no deseado.
La tecnología IPL emite luz infrarroja media no coherente, que puede personalizarse con filtros de corte o piezas de mano independientes en función del tipo de piel y la absorción de cromóforos. La energía suministrada y la duración del pulso también pueden regularse para un tratamiento seguro y eficaz. Los sistemas IPL modernos están muy mejorados y calibrados para evitar la degradación de la bombilla.
Se utiliza una guía de luz rectangular o cristal para hacer llegar la luz a la piel, que se aplica con gel para que actúe como acoplador óptico y térmico. Para superficies más pequeñas, hay disponibles adaptadores reductores.
El tratamiento con IPL es beneficioso para diversas afecciones vasculares como la telangiectasia facial, la poiquilodermia de Civatte, los hemangiomas superficiales y las manchas de vino de Oporto, así como para el fotodaño, el rejuvenecimiento cutáneo y la depilación. Sin embargo, los sistemas IPL carecen de selectividad, lo que supone un riesgo de absorción de melanina epidérmica y quemaduras, especialmente en personas de piel oscura.
En resumen, la tecnología IPL es una solución versátil y popular para diversos problemas de la piel, que ofrece resultados seguros y eficaces cuando se utiliza adecuadamente.