Las venas distorsionadas y dilatadas (que miden más de 3 mm de diámetro en bipedestación) se conocen como varices. Este tipo de venas se encuentran con frecuencia en las piernas y forman parte de una serie de trastornos venosos crónicos que afectan a las extremidades inferiores.
Las varices son venas subcutáneas que están dilatadas y a menudo tienen el flujo sanguíneo invertido.
Se calcula que la prevalencia de las varices afecta al menos a un tercio de la población, aunque las estimaciones varían. Los factores de riesgo para desarrollar varices no están claros, pero la prevalencia tiende a aumentar con la edad y es frecuente durante el embarazo.
Mientras que algunas personas con varices no experimentan síntomas o sólo síntomas leves, otras pueden sufrir dolor, molestias o picor, lo que afecta a su calidad de vida. Con el tiempo, las varices pueden empeorar, dando lugar a complicaciones como cambios en la pigmentación de la piel, hemorragias o ulceración venosa. Se desconoce qué individuos desarrollarán afecciones más graves, pero se calcula que entre el 3 y el 6% de las personas con varices desarrollarán úlceras venosas a lo largo de su vida.