A medida que las personas envejecen, suelen experimentar cambios en el rostro que pueden tratarse con rellenos dérmicos. Estos cambios incluyen la formación de arrugas en la glabela y las regiones periorbitarias, la profundización de los surcos nasolabiales y el desarrollo de líneas de marioneta, ptosis de las cejas, ahuecamiento periorbitario y temporal, atrofia y descenso de las almohadillas de grasa del tercio medio facial y papada. Estos cambios relacionados con la edad se deben principalmente a la pérdida de elasticidad de los tejidos blandos, al descenso de las estructuras normales mediado por la gravedad y a la pérdida de volumen, que puede ser el proceso principal que impulse algunos de estos cambios.
Los estudios han demostrado que la pérdida de volumen se produce al principio del proceso de envejecimiento y puede restaurarse con rellenos de tejidos blandos, como el ácido hialurónico (AH), la hidroxiapatita cálcica, el ácido poli-l-láctico y el polimetacrilato de metilo. El mercado estadounidense de rellenos dérmicos basados en HA se estimó en mil millones de dólares en 2020 y se prevé que crezca debido al creciente interés en el rejuvenecimiento facial. Entre estos rellenos, los dérmicos de HA son los más populares debido a sus características reológicas.
En resumen, el uso de rellenos dérmicos puede abordar los cambios relacionados con la edad en el rostro causados por la pérdida de elasticidad y volumen de los tejidos blandos. Los rellenos dérmicos de HA son una opción popular entre los diversos tipos disponibles en el mercado, dadas sus características reológicas. Conocer los distintos tipos de rellenos disponibles es fundamental para proporcionar un tratamiento óptimo.